Luis García Berlanga fue un director de cine nacido en 1921 y fallecido en 2010 que rodó 17 películas… Imposible hablar de forma tan condensada de este cineasta. Y es que, a la hora de hacer una retrospectiva, nos sentimos un tanto abrumados. ¿Seremos capaces de transmitir su grandeza como creador? ¿Dejaremos bien claro cómo ayudó a que nuestro cine fuera mucho más brillante, aun a golpe de secuencias llenas de claroscuros? A continuación, un pequeño repaso por su obra, su forma de filmar, de entender, en definitiva, el mundo.
Hace no tanto tiempo
Para entender el cine de Berlanga, necesitamos fijarnos en el contexto social en el que comenzó a forjar su carrera. Nos encontramos con un país que vive en plena postguerra y que sufre las consecuencias de unos años difíciles. Las diferencias sociales son numerosas y muchos intelectuales y cineastas de la época trataron de reflejarlas en sus obras, como una crítica al sistema. Por otro lado, tenemos el cine que se está realizando en una Europa que apenas acaba de despedir a la Segunda Guerra Mundial. El pesimismo, las dificultades para sobrevivir y el protagonismo en el personaje de baja extracción social cobran una importancia vital. Los directores de cine sienten que necesitan contar esa realidad, y hacer un cine de denuncia, anclado al día a día de miles de ciudadanos que luchan por seguir adelante.
Así pues, entendemos perfectamente que una de las corrientes principales que influyeron en el cine de Berlanga fuera el neorrealismo italiano. ‘Ladrón de bicicletas‘ y ‘Roma, ciudad abierta‘ (cuya copia llegó a España de manera ilegal) fueron un shock para los jóvenes talentos del momento, que no pudieron evitar sentirse arrebatados por el verismo de las historias que narraban. Las temáticas duras pero también, los sentimientos de los personajes, su mirada introspectiva, fueron señas de identidad.
De igual forma, el cine francés también fue muy importante para la construcción de sus obras. René Clair fue otra gran influencia no sólo en Berlanga, sino en muchos autores de la época, por la sensibilidad y la dignidad con la que era capaz de dotar a sus personajes, que no eran triunfadores de altas esferas, precisamente. Había una visión tierna y dulce que, desde luego, caló en el primer cine de Berlanga, un proceso que, eso sí, fue evolucionando.
Y, por supuesto, no podemos olvidar los referentes dentro de nuestro país: el teatro de Valle Inclán, Jardiel Poncela o Miguel Mihura, lo rocambolesco, el surrealismo, el esperpento que tanta y tanta influencia ha tenido siempre… supusieron importantes pilares para que la filmografía de Berlanga resultara tan trascendental para generaciones posteriores.
Las características de Berlanga
Si hablamos de Berlanga, no podemos dejar de mencionar las Conversaciones de Salamanca, celebradas en 1955, en las que los cineastas españoles trataban de abordar los problemas de la cinematografía del país y los remedios para sanarla. Así, grandes nombres influyeron unos en otros y muchas películas compartieron ciertos caminos.
¿Qué sería lo más definitorio del cine de Berlanga? Por supuesto, el tono. Nos encontramos con un cine realista y que retrata situaciones duras. Pero, a diferencia de otros autores, como Bardem, Berlanga se decantó por el humor como el mejor arma para contar todo aquello que le rondaba la cabeza. Eso sí, no hablamos de un humor alegre y vitalista, sino de una visión ácida y negra que expone situaciones que sonrojan. También hemos de mencionar que existen algunas lagunas de tiempo entre sus películas. Los problemas de financiación, los malos resultados en taquilla y, claro está, la censura, tuvieron algo que ver con ello.
En ese afán por hacerse eco de la dura realidad en la que vivían muchos españoles, el juicio a las clases dirigentes fue una constante en su cine. La crítica política no llegaría hasta la consecución de la democracia pero mientras, Berlanga (muchas veces acompañado por uno de los mejores guionistas que existirá nunca en nuestro país: Rafael Azcona), se las arregló para analizar a estamentos como la aristocracia y, sobre todo, a la Iglesia Católica. Las clases populares no quedaban exentas de la crítica pues también hay ejemplos de egoísmo e hipocresía entre sus miembros.
Sus personajes protagonistas no son héroes gallardos y valientes, sino que suele mostrar a perdedores o, directamente, a personas que quieren pasar totalmente desapercibidas, perderse en la masa informe llamada sociedad. Buscan un pequeño lugar en el mundo, cómodo y calentito, pero incluso para ellos, para los que no anhelan grandes victorias, sino sólo un colchón en el que dormir; el camino y las pruebas son difíciles. Una de las características que vemos en sus películas es que, a pesar de seguir un hilo conductor, la trama se estructura en pequeños episodios, breves instantes por los que circulan los personajes y que dejan mayor o menor poso en ellos. Su trabajo de caracteres es grande y suele proliferar el protagonismo coral, a modo de microcosmos de lo que podría ser la sociedad española.
El lenguaje cinematográfico de Berlanga es único y reconocible. Una de sus características más aplaudidas por todos son esos larguísimos planos en los que realiza una escritura a varios niveles, que juegan con la profundidad de campo y con los contrastes entre lo que se cuenta en primer término y al fondo de la imagen. Por esas escenas circulan decenas de personajes que se pisan, se cortan… y dejan mil detalles que el espectador avispado debe tener en cuenta.
El uso de los espacios naturales es causa directa de ello. Su gusto por los escenarios naturales permitía que su cámara transitara por una escena bien construida, atiborrada de elementos visuales, enriquecida por dobles sentidos e hilada por el humor que sólo el dolor es capaz de ofrecer.
Un poquito de su filmografía
Nos podríamos perder durante horas por las mil anécdotas que adornan sus películas y la producción de las mismas. Pero, simplemente, citaremos algunas de las más importantes, ésas que no pueden faltar en la videoteca de cualquier cinéfilo.
‘Bienvenido Mr. Marshall‘ de 1953, es una de sus películas más diferentes. Escribió el guion junto a Miguel Mihura y Bardem. Producida por UNINCI, partimos de la base de que se trata de una película musical, concebida para el lucimiento de la estrella: Lolita Sevilla.. Pero se convirtió en un análisis realista de la política internacional de la época. El plan Marshall había sido concebido por este general para la ayuda a la reconstrucción europea. España, que quedaba fuera de la lista de democracias, no se benefició, en un principio, de sus fondos, aunque el concordato con el Vaticano posibilitó finalmente la ayuda. Aún así, la película cuestionaba la labor norteamericana, algo que gustó a las autoridades españolas de la época.
‘Plácido‘ es una obra cumbre de nuestra cinematografía. Es en 1961 cuando el talento creativo de Berlanga se une al de Azcona y construye una amalgama de personajes única. El protagonismo coral nos lleva por la celebración navideña de una ciudad de provincias en la que la campaña ‘Siente un pobre a su mesa’ (que existió realmente) marca la historia de Plácido, un trabajador que necesita pagar la letra de su carromato, la herramienta para trabajar. Es una gran comedia de enredo que muestra, en pequeñas dosis, algunos de los problemas sociales más acuciantes. El tema principal es la crítica a las clases altas que desean limpiar su conciencia con un acto de caridad superficial.
El mundo de divide entre los que piensan que ‘El verdugo‘ es la mejor película española de la historia y los que no. Una vez más, el humor tras el que se esconde Berlanga es un reflejo de su pesimismo social, pues las situaciones planteadas son cínicas y macabras. Es en 1963 cuando realiza este filme en el que pone el punto de mira sobre la pena de muerte y escoge para ello una de las figuras más imprescindibles del régimen: el verdugo, el instrumento humano necesario para llevar a cabo las condenas dictadas por la justicia.
En fin, como decimos, podríamos pasarnos días enteros hablando de Berlanga y su cine. Pero lo mejor, sinceramente, es volver a ver cada una de sus películas y paladear con gusto sus secuencias. Y, para vosotros, ¿cuál es la mejor película de este universal director?
1 Comentar
El más grande director español de todos los tiempos es y será siempre D. Luis Buñuel, a años luz de cualquier otro.