Esta temporada hemos despedido a una de las mejores series de televisión de la historia. Hablar en estos términos es un tanto atrevido, habiendo tantas buenas ficciones por el mundo, pero si sois de los que habéis disfrutado con las andanzas de ‘Mad Men‘, sabréis que esta producción del canal AMC ha pasado ya a formar parte del imaginario colectivo de los seriéfilos de todo el mundo. Su calidad es innegable en cuanto a producción, trama, personajes… pero, si por algo nos ha conquistado, es por la pasión con la que hemos vivido cada uno de los minutos de sus 92 episodios. ¿Preparados para repasar algunos de sus grandes aciertos?
‘Mad Men’, feliz infelicidad
‘Mad Men’ es una creación de Matthew Weiner que llegó hasta nosotros un día de julio de 2007. Uno de sus encantos primeros, que nos llevó al huerto como dóciles corderitos, fue esa ambientación de lujo que nos retrotraía a la década de los 60. Todo lo que siempre nos hemos figurado sobre esa época parecía flotar como una dulce nube en las oficinas de habitaban los personajes: relaciones caballerosas, suaves flirteos, una amabilidad eterna…
Detrás de esta máscara de sociedad perfecta, ‘Mad Men’ supo destripar el dorado sueño americano para ofrecernos una cruda realidad: personas que viven un encorsetamiento social cargado de normas y prejuicios que les impide no sólo ser felices, sino poder hablar de ello con naturalidad. El miedo a reconocer que el individuo se siente perdido, que no encaja por más que lo intenta, que tras la cordialidad sólo hay un desierto helado, ha significado uno de los grandes temas de esta serie: una radiografía emocional para una sociedad que se despertaba de su impostada inocencia.
Don Draper – Dick Whitman
Por supuesto, el representante máximo de esta aterciopelada hipocresía es el protagonista, el por siempre jamás adorado Don Draper, interpretado de manera magistral por el actor Jon Hamm. Don parece el hombre perfecto: atractivo, inteligente, misterioso… tiene una familia de ensueño, uno de los mejores trabajos que se puedan imaginar y el corazón de la mitad de las mujeres de la ciudad. Pero Don, día a día, vive una pesadilla.
Porque es un usurpador, y está llevando una existencia que no le pertenece. En realidad, se llama Dick Whitman y tomó prestado el nombre de Draper tras volver de la guerra de Corea para poder empezar de cero. Llegamos a un punto en que no sabemos qué aterroriza más a Don: que su verdadera identidad sea descubierta o la absoluta certeza de ser un completo desconocido para sí mismo. La angustia vital de un hombre que podría tenerlo todo le ha llevado por las carreteras más sinuosas y autodestructivas, y nosotros le hemos acompañado en cada una de ellas.
Los locos hombres de la publicidad
En el piloto de ‘Mad Men’ se nos explica, con ese humor tan negro, cínico y magistral que ha caracterizado a esta serie, que mad men (hombres locos) es la manera en que los ejecutivos que trabajan en la avenida Madison se refieren a sí mismos. Las tramas empresariales han sido muy importantes en el desarrollo del argumento y nos han llevado por apasionantes jugadas en las que no han faltado el alcohol y los cigarrillos en cada una de las reuniones.
Cruel y despiadado, así ha sido el negocio empresarial que nos ha presentado ‘Mad Men’. Gracias a esto, hemos podido disfrutar de tramas magistrales en las que las idas y venidas de socios, las fusiones, las traiciones han sido memorables incluso para los que nunca hemos estado familiarizados con este tipo de asuntos. Finalmente, como la misma serie venía anunciando, llegó MacCann, el gran monstruo que ha estado siempre atisbando tras la puerta, y engulló a nuestros chicos absorbiendo sus sueños e ilusiones.
Una serie de mujeres
Los personajes masculinos han sido fundamentales: Don, Roger, Pete, Ken, Harry… pero si por algo se ha preocupado ‘Mad Men’ es por reflejar el dificilísimo día a día que las mujeres habían de soportar en una sociedad que adornaba el machismo con encajes y campanas de boda. Las chicas de esta serie se han convertido en algunas de nuestras heroínas favoritas. Peggy, la tímida secretaria que descubre que tiene talento y no está dispuesta a dejar que nadie se lo arrebate, ha sido tan importante en la construcción del relato como el propio Don.
Joan, la pecosa pelirroja, con esa fachada impresionante que le hacía parecer tan segura de sí misma, se ha levantado siempre y cada una de las veces que un hombre se ha atrevido a manejarla como un objeto sexual. También tenemos a Betty, la bella que soñaba con ser Grace Kelly, tan dura con los demás como consigo misma; y Megan, la segunda esposa de nuestro protagonista, a la que éste nunca perdonó que quisiera volar alto. Por no hablar de Anna Draper, la auténtica esposa del auténtico Don, una de las pocas personas con las que encontró consuelo y comprensión.
Plagada de referentes históricos
Ese maravilloso reflejo de la sociedad norteamericana nunca habría sido tan redondo si ‘Mad Men’ no se hubiera preocupado por traernos los momentos históricos más importantes de esos años. Desde la muerte de Marilyn que lloran todas las secretarias, al asesinato de Martin Luther King, instante doloroso que turba por completo a unos personajes que combaten sus propias telarañas con brillantes miradas al futuro. Pero también hemos vivido la llegada del hombre a la luna y nos hemos emocionado como si fuéramos unos espectadores más, como si, en este 2015, aún pudiéramos soñar con aventuras en mundos inexplorados.
Teorías conspiranoicas
Y aquí tenemos otro de los ingredientes deliciosos de esta ya mítica serie. En muchas ocasiones, ‘Mad Men’ ha sabido ser críptica, presentándonos situaciones y diálogos que dejaban un extraño olor a azufre en el aire. Es por ello que muchos se han lanzado a interpretar estas señales, lo que en realidad quería decir ésta u otra secuencia. De esta forma, las dobles lecturas de los momentos más importantes de la serie se han convertido en un clásico.
Por supuesto, todo ello no podría suceder si ésta no fuera una serie perfectamente cosida con unas puntadas que atan cada uno de los gestos y de las palabras de los personajes. Seguramente, el momento más «loco» en este sentido se vivió en la sexta temporada cuando el amor de los espectadores se expresaba capítulo tras capítulo en las interpretaciones de los símbolos que se destilaban en cada secuencia. Habremos acertado con nuestras teorías o no pero, realmente, ha sido apasionante entrar en ese juego.
El final del que siempre se hablará
Al hilo de esto, no podemos dejar de hablar del final de la serie: un Don que medita en un inesperado retiro espiritual, una sonrisa no beatífica precisamente… y uno de los spots publicitarios más famosos de la historia de la televisión. Era fácil intuir que el desenlace de ‘Mad Men’ vendría en un enigmático paquete pero, una vez más, todos nos sentimos sorprendidos. ¿Ha sido Don la cabeza pensante del clásico anuncio de Coca Cola de 1971? No importa que el propio Weiner haya salido a la palestra para explicarlo, nosotros seguiremos fabulando sobre su sentido, quizá porque así podamos retener el encanto de ‘Mad Men’ todavía unos minutos más.