A finales del año pasado, supimos que Atresmedia había comprado, para su adaptación en España, el formato de ‘Gogglebox’, un reality show británico que tiene ya versiones en Estados Unidos, Australia, China e Italia. Su compra se debe, principalmente, al enorme éxito de que disfruta en Channel 4, el canal que lo emite en el Reino Unido, pero si nos dijeran de qué va, quizás nos plantearíamos si no nos están tomando el pelo. Porque lo que ‘Gogglebox’ muestra todas las semanas es a gente corriente viendo la tele.
Ya está. Aquí no hay competición de ningún tipo, ni estrategias para nominar y expulsar a alguien del programa; su triunfo reside en su sencillez. Estrenado en 2013, los creadores de ‘Gogglebox’ afirman que, aunque utiliza como nexo de unión que a todos nos gusta ver la tele y comentar lo que vemos con nuestra familia, en realidad el docurreality está mostrando la vida cotidiana de diversos hogares británicos, cómo son esas relaciones familiares o de amistad a través de sus reacciones ante lo que están viendo.
‘Gogglebox’, el reflejo de los espectadores
Porque ahí está el truco. Todos los participantes en ‘Gogglebox’ ven lo mismo, y su menú es muy variado. El programa los muestra comentando realities como ‘The X Factor’, películas, series de la competencia y hasta las noticias, y es en el acierto en el casting donde residen los cuatro millones de espectadores que vieron el arranque de su quinta temporada, el pasado mes de febrero. Hay desde una pareja adinerada de Kent a un matrimonio de profesores jubilados de Liverpool, un padre y sus dos hijos adultos de Derby, una pareja que vive en una caravana, una familia tradicional que ve la tele con el novio de su hija adolescente, una pareja homosexual, y en cada hogar hay representadas también diferentes etnicidades, ya sean negros, de Oriente Medio, latinos, etc.
Verlos apoyar abiertamente a un concursante de ‘The X Factor’, comentar un especial informativo sobre el ascenso del Ukip (el partido de extrema derecha británico) diciendo, probablemente, lo mismo que escucharíamos en nuestras casas, lanzarse a debates de salón sobre la situación mundial por culpa de una película de espías o picarse unos a otros por alguno de esos comentarios es la clave de su buen funcionamiento y la razón por la que es un formato tremendamente exportable.