¿Hay un médico en la sala? Qué importantes son los doctores: nos dicen qué le pasa a ese cuerpo nuestro que hace días que no responde bien; nos receta la medicación que nos sanará, nos da consejos sobre cómo cuidarnos… y nos hace pasar horas de entretenimiento en manos de apasionantes series de ficción. Las obras sobre médicos son un clásico de la televisión que, por supuesto, están viviendo un permanente e interesante desarrollo. ¿Repasamos un poco la historia de este género?
Los primeros tiempos
Algunas profesiones son sumamente apetecibles para el universo televisivo. Tenemos policías, abogados y, por supuesto, la clase médica. El interés por este tipo de asuntos es grande pues suponen uno de los retos más importantes de la humanidad: salvar la vida de una persona. El médico es un superhéroe sin mallas ni otros poderes que sus conocimientos clínicos. El juego (y jugo) que las historias pueden ofrecer son un caramelo demasiado goloso para ser pasado por alto.
Las primeras series médicas que pudimos ver tenían el planteamiento de la lucha vital por la salud de un paciente, dentro de unas tramas blancas y con personajes positivos que se alineaban en los equipos tan marcados de buenos y malos. En 1963, debutó una gran veterana: ‘Hospital General‘, una serie que sigue en antena (es la más longeva de Estados Unidos) y que se ha convertido en un gran referente para muchas de las series que se han construido después. Se trata de una telenovela a todos los efectos dramáticos, en la que los personajes compaginan sus vidas con los problemas de quienes acuden al hospital. Debido a su permanencia, los cambios estructurales de esta serie han sido numerosos, para ajustarse a los gustos de los espectadores del siglo XXI.
Una serie muy destacada en los años 70 fue ‘M*A*S*H*‘, basada en la película del mismo nombre. Esta serie supuso un cambio de registro en los clásicos dramas médicos al centrar su argumento en un grupo de facultativos que trabaja en plena guerra de Vietnam. Contó con once temporadas y su últimos capítulo fue lo más visto en televisión durante muchos años. Su tono antibelicista marcó un hito en televisión. Y otra gran serie médica que supuso un antes y un después en cuanto a ficción se refiere fue ‘St. Elsewhere‘. Se trata de una ficción que se emitió en la NBC en la década de los 80, que se ha comparado muchas veces con ‘Canción triste de Hill Street’ por el tono realista que tenían sus tramas. Tanto ésta como el anterior ejemplo hacían gala de un humor, en ocasiones un tanto negro, que las hicieron muy reconocibles y apreciadas entre el público.
Los médicos en los 90
La década de los 90 nos trae una de las grandes ficciones nacionales de todos los tiempos: ‘Médico de familia‘. Entendida como un drama costumbrista y familiar, para todos los públicos, los conflictos se establecían principalmente en el núcleo del hogar y en las historias entre padres e hijos que formaban un gran bloque en el que el afecto y la compresión eran banderas. Así pues, las tramas médicas no tenían demasiada presencia, siendo, en algunos capítulos, algo anecdóticas.
Y es que, de hecho, en las series médicas se empezaba a dar cada vez más un protagonismo mayor a las historias personales y al poder de convocatoria de unos personajes genuinamente carismáticos. Una de las series mejor consideradas de todos los tiempos es ‘Doctor en Alaska‘ que nos hablaba de las desventuras del joven doctor Joel Fleischman en su nuevo trabajo en el ficticio pueblo de Cicely. Esta serie, de nuevo, daba preponderancia a las relaciones entre personajes, por encima de las situaciones médicas a resolver y creaba un fantástico universo gracias a la ambientación de ensueño y a la mezcla de curiosas personalidades. Otra serie que jugaba con el concepto de «pez fuera del agua» fue ‘Doctora Quinn’, en el que la combinación de géneros nos llevaba al melodrama, al tono romántico, al western, a la reivindicación de la mujer como una figura válida en cualquier ámbito profesional y, por supuesto, a la trama médica, aunque, como ya hemos visto en otros casos, ésta no tenía porqué ser la premisa protagonista.
Ésta es una época de experimentación y búsqueda de nuevos caminos, como el que encontramos en ‘Diagnóstico asesinato’, un curioso procedimental en el que el doctor protagonista es, ni más ni menos, que el artífice de la resolución de un buen puñado de casos policiales. Y si cada época parece caracterizarse por tener una gran serie médica como referencia, aquí no podemos olvidarnos de ‘Urgencias’, cantera de grandes actores y una de las favoritas de gran parte del público. Curiosamente, cuenta con la peculiaridad de que su guión fue rechazado en un primer momento por un gran número de productoras, pues lo consideraban demasiado árido y difícil para los espectadores, lleno de tecnicismos que tal vez no llegaran a comprender. Estábamos viviendo la evolución de las series de televisión, pues la audiencia aplaudió el reto que supuso ‘Urgencias‘, un cambio en el modelo clásico de la ficción, con guiones rápidos y movimientos de cámara que antes nunca se habían visto en este tipo de historias.
Diversificación en el nuevo siglo
Muchos defienden que vivimos en una edad de oro para las series. Uno de los años más importantes en este sentido fue 2004, que marcó una estupenda cosecha. En el mundo de las series de médicos, la irrupción de ‘House‘ fue toda una revolución. Esta serie supo traer la modernidad a las ficciones médicas con casos muy interesantes en los que un historial clínico se investigaba tramo a tramo, añadiendo detalles de thriller que aupaban la atención del espectador hacia el comportamiento que las distintas patologías tenían en los pacientes. Pero, por supuesto, si por algo triunfó una serie como ésta fue por el enorme carisma de su protagonista, el doctor Gregory House, que entró en la nómina de antihéroes con la velocidad del rayo. Su mal humor, sus salidas brillantes, sus adicciones… fueron unos ingredientes extraordinariamente suculentos.
Y es que la frontera entre el bien y el mal se va diluyendo en estos años para mostrarnos historias mucho más explosivas y contundentes, como la que también pudimos ver con ‘Nurse Jackie‘. Al igual que en el resto de ficciones que nos han apasionado durante los últimos años, los matices y la profundidad de los temas se aborda desde nuevas perspectivas que nos hacen dudar sobre quién hace lo correcto o no, haciéndonos empatizar incluso con los que en otro momento habríamos considerado «malvados».
Por supuesto, la nueva era trajo una apabullante diversificación de temas y conflictos que convirtieron a la medicina en un interesante escenario sobre el que especular y probar. Tuvimos a los cirujanos plásticos de ‘Nip/Tuck’, a los descacharrantes protagonistas de la comedia ‘Scrubs’, o a una de las grandes veteranas de la ficción, otra vuelta de tuerca del género médico, reconvertido en un gran drama amoroso en el que los affaires entre los protagonistas se llevan el máximo interés: ‘Anatomía de Grey‘.
Y, en nuestro país, el año 2000 fue la fecha de nacimiento de otra serie que ha perdurado en el tiempo, convirtiéndose en una de las más longevas de la televisión nacional: ‘Hospital central‘. A pesar de las idas y venidas y personajes, demostró que hay una demanda muy fuerte de series médicas para un público al que le gustan este tipo de historias.
El reto nunca termina
El presente de la series sobre médicos confirma la evolución de la que hemos estado hablando. La experimentación y los nuevos temas marcan las líneas de unas ficciones que no quieren contar sólo con la herramienta de la medicina para triunfar, sino que pretenden dar un aporte distinto que las haga merecedoras de pasar a la historia de la televisión. De gran impacto fue en nuestro país la serie ‘Pulseras rojas‘, que se centraba en el día a día de unos pacientes de hospital muy particulares: los niños. También el toque sensible y dulce de ‘Llama a la comadrona’ supo acertar con su ambientación de época, en una mezcla de géneros que brilló en su desarrollo.
Y, más recientemente, tenemos ‘Masters of Sex‘, una historia que se atreve a indagar en los primeros estudios médicos sobre la sexualidad humana, llevando a las series sobre médicos a terrenos nuevos, no explorados y que tienen un gran interés para el gran público. En esta línea podemos enmarcar uno de los grandes estrenos de 2014: ‘The Knick’ en el que, de nuevo, viajamos en el tiempo para realizar un perturbador aterrizaje en la Nueva York de principios del siglo XX, en el que la experimentación médica era capaz de lo más sublime y lo más bajo.