La telerrealidad es el género televisivo que no deja de reinventarse, de reciclarse y de darse a sí mismo otra vuelta de tuerca para ofrecernos algo aún más increíble que lo anterior. Desde que Gran Hermano popularizara el género -aunque ‘An American family’, el primer reality-show, se remonta a la USA de los año 70-, se han multiplicado en las parrillas televisivas de todo el mundo.
También sus tramas y sus motivaciones: de convivencia, de competición de talentos, de resistencia física, de desposar a un príncipe… La lista «es oscura y alberga horrores». Sobre todo para el espectador no familiarizado con el género, que no dará crédito a que haya gente que exponga ciertas partes de su vida (también de su cuerpo) a las cámaras de televisión. Que no sabrá qué significa «magnificar». Ni por qué Pocholo clama venganza por su mochila. Ni qué es la «hora de las camisetas». Pero si hay un Olimpo de la telerrealidad, estos realities (nacionales e internacionales) tienen un lugar asegurado en él. ¿Queréis conocerlos o recordarlos?
‘El bus’ (2000)
Aunque de un tiempo a esta parte Telecinco es la reina televisiva de todo lo que se apellide «show», Antena 3 también ha experimentado con el género, con realities de lo más variopinto. Un claro ejemplo es ‘El Bus’. Animados, quizás, por la gran repercusión mediática y de audiencia de la que había sido la primera edición de ‘Gran Hermano’ (2000) sólo unos meses antes en su cadena rival, nos propusieron una alternativa de convivencia: nueve concursantes apiñados en un bus durante 100 días (medido en tiempo de autobús, la eternidad).
Si hubiera sido el bus de la gira de los Rolling Stone, otro gallo hubiera cantado. Estos concursantes nunca dieron tanto juego como el que habría dado Mick Jagger, ni siquiera como el que dieron Jorge ¡Quién me pone la pierna encima! Berrocal o Ismael Beiro. Aunque no llegó a las cotas del reality estrella (‘GH’ hizo en su primer año una animalada de 51,2% de cuota media), ni pasó de una edición, sí tuvo sus fieles seguidores. Y los que no lo vieron, recuerdan, «pase lo que pase», aquella sintonía.
‘The Osbournes’ (2002)
‘The Osbournes’ parecía el intento de MTV de actualizar ese retrato que ofrecía la PBS en los años 70 con ‘An American Family’, pero acudiendo al ejemplo más extremo que podía haber encontrado. Lo improbable era, precisamente, que Ozzy Osbourne pudiera ser un family guy tan normal como cualquier otro. En realidad, las situaciones de familia eran de todo menos mundanas, ni siquiera aptas para todos los públicos (en USA se emitió la versión censurada).
El reality se adentró en su intimidad (mascotas incluidas) como era de esperar, con gran aceptación por parte del público americano (y del latino, a través de las distintas plataformas de MTV), que podía así echar un vistazo al día a día de una estrella del heavy metal. Durante tres años, tomando como punto de partida su mudanza nº 24, mostraron gran parte de su vida privada, como la batalla de la matriarca contra el cáncer. Los Osbourne dejaron una estela en la telerrealidad que luego han querido seguir otras celebrities como las Kardashian o, aquí, ‘Alaska y Mario’ mostrándose en toda su naturalidad doméstica. Este 2015 regresarán a su hogar televisivo, con especial de ocho capítulos.
‘Confianza Ciega’ (2003)
Programa de culto, único e irrepetible. Flor de una temporada, cuya belleza reside en su naturaleza efímera. En los realities ocurre como con los vídeos de YouTube: nunca sabes qué gustará, qué se hará viral. ‘Confianza Ciega’ era sumamente increíble pero sus participantes -tres parejas- se lo creyeron a pies juntillas. Además de regalar un espectáculo de celos y frases míticas («¿quién es esa chica?») representaba la frescura del formato, que aún conseguía ser más resabiado que los participantes.
Y eso que Francine Gálvez les advertía que todo podía estar manipulado (¡y de qué forma!). Por eso se trataba de confiar ciegamente en la pareja durante los 16 días en los que chicos y chicas eran separados en dos casas, intentando no caer en las garras de los cinco seductoras y seductores que les acompañaban. Daba igual si no lo hacían: para eso estaba el editor de vídeo, para crear su magia. Si os pica la curiosidad, podéis disfrutar de todos los capítulos aquí o saber más del programa aquí.
‘El castillo de las mentes prodigiosas’ (2004)
No era un programa apto para cualquiera. Hablo por los concursantes, pero también por los espectadores. Había que tener un mínimo entrenamiento en tv-trash para tolerar la idea misma de su existencia. Magos, videntes de frutas (sí, ese era el título de Paco Porras, el hombre que susurraba a los puerros), mentalistas y brujas, o gentes que dicen ser todo esto, encerrados en un «castillo» para mostrar al mundo su «talento» oculto y también su capacidad de convivencia. Alicia Senovilla demostró su temple como presentadora.
«La verdad está aquí dentro»
Era un nivel demasiado exigente, incluso para los aficionados a los realities que ya habían vivido otras situaciones bizarras en televisión. Se puede ser kitsch y luego está este programa, que, además, pervertía el sentido mismo del formato: allí no había nada real. Y la broma no era tan divertida como para que hiciera gracia durante meses. Su declive de audiencia provocó que Antena 3 lo liquidara en apenas 6 galas.
‘Pocholo Ibiza 06’ (2006)
Trabajar con Pocholo Martínez Bordiu debe ser lo más desesperante del mundo para un equipo que pretenda organizar cosas básicas como los tiempos de rodaje. Él iba (y va) a su bola. Al fin y al cabo era su programa. Y si algo hay que reconocerle es su autenticidad: ni siquiera hacía falta guionizar, sólo darle el tiempo suficiente para que la liara. Su Universo era lo suficientemente bizarro como para dar juego por sí mismo, sin necesidad de armar tramas. Todo lo que rodeaba a Pocholo era surrealista.
Además de enseñarnos (cierta parte de) Ibiza en este reality, Pocholo se dedicó a recorrer la Península con su caravana del amor con ‘Pocholo 007’. Todas estas aventuras se emitieron en laSexta, no tan dada a los programas de este tipo, pero sí al humor; además el barón ya había demostrado su esencia de showman en un programa «del estilo»: ‘Hotel Glamour’. El reality antes conocido como ‘Hotel Glam’ reunió en una casa a supuestos personajes VIP -o sea, ex- parejas de alguien o ex-presuntos montajistas- como Yola Berrocal o Aramís Fuster, responsables, al parecer, de la ruptura de la mochila de Pocholo.
‘My New BFF’ (2008)
Sólo Paris Hilton podía recurrir a la televisión para encontrar a su mejor amiga para siempre. Bueno, esa era la trama-excusa para hacer televisión. Que no es ningún secreto el afán de protagonismo de la Dj-heredera de la fortuna familiar. Los candidatos -16 mujeres y 2 hombres en la primera edición- conviven en una casa mientras son llamadas a la presencia de Paris para superar pruebas que demuestren que merecen el honor de ser su mejor amiga/o. O su mascota, que es como nombra a su protegido/a de la semana.
Es decir: alguien sociable, con clase y a la vez cuqui, que sepa hacer un buen trabajo de marketing y, sobre todo, que no contradiga a Paris (a una la echó por sugerirle un cambio de imagen) y que demuestre que puede ser su amiga forever. Con la misma excusa Paris ha viajado hasta Dubai y Londres para encontrar sendas compis de otras nacionalidades y alargar su éxito televisivo. Se ha hablado de exportar la idea a otros países europeos. ¿Os imagináis un ‘Mi mejor amiga española’? Seguro que ya las tiene en Ibiza.
‘Jersey Shore’ (2009)
Son jóvenes, están siempre bronceados (porque son adictos a los rayos), lucen cuerpos atléticos (porque son adictos al gym) y sus camisetas siempre están impecables (porque son adictos a la lavandería). Y entre estas tres actividades transcurrían sus días de convivencia en ‘Jersey Shore’. Aunque, a diferencia de otros realities, podían (debían) salir a la calle: a trabajar y ganarse el pan durante el día en una tienda de camisetas y por la noche proporcionando historias e imágenes jugosas en sus salidas a las discos de Jersey.
Y así un día de verano tras otro, durante tres años. Entre medias, peleas míticas, novios y novias, ligues y todo un despliegue de términos y clichés sobre el joven de origen italiano que vive en USA: los llamados guidos y guidettes. Esas grandes comilonas en familia, o la obsesión por un aspecto físico más bien exagerado (tanto en ellas como en ellos). En cualquier caso, uno de esos ejemplos de tv-trash divertidos, con su parte de vergüenza ajena, por supuesto. Pero que, gracias a sus personajes, se convirtió en toda una institución. Tanto es así que tiene secuelas everywhere (‘Geordie Shore’ o, aquí, ‘Gandía Shore’).
‘Duck Dynasty’ (2012)
¿Qué puede tener de divertido vender reclamos para patos? ¿Puede dar tanto juego como para hacer un realitie del tema? Sí si los dueños de la empresa son tres hermanos barbudos (echad un vistazo a su CEO) y muy bromistas que, además de haberse hecho ricos con su empresa, han conquistado al público fan del género con su sentido del humor. El reality se ha convertido en hito: el programa de no ficción más visto en la historia del cable, con 11 millones de audiencia en A&E.
Los Robertson y su gran prole (el patriarca dueño de Duck Commander, el tío ex-veterano, las mujeres y los niños) llevan ocho temporadas en antena y hasta un protagonizado un musical. En España pudimos seguir sus gamberradas gracias a la desaparecida Xplora, esa que nos traía los docurealities más curiosos del otro lado del charco y que desapareció, resucitando, con el tiempo, convertida en MEGA.
‘Born in the Wild’ (2015)
Igual que hay gente a la que le gusta saber de la vida de otros, hay espectadores que mantienen las distancias con los realities, no sólo porque los consideran telebasura y con esa etiqueta clasifican a todos por igual; sino porque además les incomoda ese exhibicionismo catódico de las vidas de famosos y anónimos. Y eso que la mayoría de programas sufren de manipulación y de falta de realidad. Sin embargo, ‘Born in the Wild’ es naturaleza y realidad en estado puro.
Pero es una parte demasiado íntima y delicada la que cuenta. En ‘Born in the Wild’ de Lifetime, pueden verse los partos sin filtros de mujeres que han decidido dar a la luz como sus ancestras, o sea, sin medicación (aunque cerca de un hospital y con un equipo médico como plan B), completamente desnudas, sin incómodas camillas-potro y debajo de un árbol, si se tercia. Si alguien le parece morboso interesarse por las conquistas de un pseudofamoso, es de suponer que la idea de que alguien decida «vender» su parto al mundo, a través de una pantalla, les puede provocar un gran rechazo.
No creáis que hemos agotado los títulos más raros de la telerrealidad. No os hemos contado que existe un reality de supervivencia en el que has de compartir una aventura en pelotas (literal) con un desconocido. O que unas incautas acudieron a un programa creyéndose candidatas para desposar al mismísimo príncipe Harry y ni se percataron de que era un doble (y de que no era posible que fuera el auténtico). Tampoco os hemos recordado aquella vez que vimos a Falete aprendiendo a conducir en el docu-realtiy ‘Famosos al volante’. En cualquier caso, os hemos tendido un puente a la telerrealidad y de vosotros depende si queréis cruzarlo… y descubrir más bizarradas.