«Hoy, en nuestro plató, contamos con la presencia de… » ¿Un músico, un artista, un actor, un entretenido cómico? No, un político, la figura más de moda en la televisión de nuestro país. Hasta hace unos años era rarísimo que alguien que se presentaba a un cargo público se decidiera a intervenir en un programa que no fuera el serio y estructurado espacio de entrevistas. Hoy por hoy, son los productos de entretenimiento los que se retroalimentan de políticos. ¿Por qué?
Políticos y televisión
Los políticos de nuestro país le han perdido el miedo a salir en televisión. Parecía un coto vetado para alguien que necesita mantener una imagen de dignidad y respeto, pero las primeras y tímidas incursiones han dado paso a un verdadero esfuerzo por mostrar todas sus facetas a unos espectadores que, por el momento, reaccionan muy bien a las cifras de audiencias.
Según Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública, «lo que sucede es que ahora estamos ya en precampaña y, además, la crisis obliga a los políticos a estar más cercanos.» Crisis y campaña, dos palabras que marcan nuestro día a día. El próximo 20 de diciembre se celebran unas elecciones generales que marcarán el futuro de nuestra sociedad durante los próximos cuatro años. La necesidad de promocionar su mensaje y promocionarse ellos mismos como figura pública siempre ha estado presente en la mente de los candidatos a cualquier elección pero, últimamente, se están atreviendo con ámbitos en los que antes no los habíamos visto.
Para Héctor Jerez, politólogo, blogger y consultor laboral, «En España parece que existen un boom y una necesidad de que el político se baje al barro, y el motivo resulta evidente: necesita ser conocido por la gente y la forma más rápida y eficaz es acudiendo a programas de audiencia. Además, si el programa es divertido y relajado, dicho político puede trasmitir una imagen más cercana y común, como alguien que también se divierte, que tiene una vida como la de cualquier español -pero con ciertas responsabilidades- y que no es un ser oscuro y serio alejado de las personas. Los políticos quieren aparentar ser simpáticos, sin perder la seriedad.»
Siente un político en su plató
El político no puede ser un hombre frío, indiferente a los problemas del día a día de tantas personas. Si quiere ganarse la confianza del votante, necesita que éste le perciba como alguien cercano y cordial, que sienta y empatice con los gustos del común de los mortales. Y como tantas veces sucede, una imagen vale más que mil palabras: no importa cuánto se repita un discurso que todos sabemos ha sido bien trabajado y estructurado en un despacho; lo que de verdad puede convencernos de su actitud afable es verle actuar, en vivo y en directo, sin corazas y con la naturalidad por bandera.
Para entender este comportamiento, sólo hay que echar un vistazo a los movimientos evolutivos que la política mundial está sufriendo en los últimos tiempos. Juan Fernández, Doctor en Derecho Penal y Licenciado en Ciencias Políticas, nos lo explica: «El sistema de partidos ha ido evolucionando, destacando los denominados “catch-all” o partidos “atrápalo todo” caracterizados precisamente por llegar a un amplio espectro social, difuminar sus ideas para captar la mayor parte de la población. Para ello, llegar al mayor número de gente es fundamental y, los medios de comunicación resultan ya no imprescindibles, sino vitales. Y dentro de esos medios de comunicación, los programas de entretenimiento son los que, permiten llegar a un número mayor de ciudadanos y, lo mas importante, a un número de ciudadanos sin una mínima cultura política«.
Un político que aparece en un programa de televisión busca reafirmar el voto de quienes piensan como él pero, sobre todo, acercarse a esos votantes que no confían en sus ideas. Mostrarles una imagen mucho más humana, divertida y amistosa puede ser la manera más rápida de conectar con un público que, de otra manera, tal vez nunca le daría la oportunidad de escuchar su mensaje.
Por supuesto, en esta evolución en la relación con los ciudadanos, en esta búsqueda de la proximidad y el reconocimiento, tiene mucho que ver también no sólo la televisión, sino todo lo que afecta a la comunicación 2.0. Las redes sociales, la presencia en Internet, han permitido que muchos nombres, gracias a sus habilidades comunicativas, se hayan hecho un hueco en nuestro imaginario. Un tuit, una foto en Facebook… han mostrado los perfiles más humanos de los políticos. Aquel que se sabe mover con soltura por todo lo que marcan las tendencias comunicacionales, tiene un gran paso ganado en cuanto a promoción se refiere.
No todo son ventajas
No nos engañemos, el hecho de participar en un programa de entretenimiento puede ser, a priori, una buena idea, pero no garantiza siempre un resultado óptimo. Para Luis Arroyo: «Los pros son el incremento de la cercanía, ganan confianza, se muestran de carne y hueso… La contra es el riesgo a hacer el ridículo.» La necesidad de mostrarse divertido y accesible es una frontera muy difusa y mucho más en la actual televisión, en la que siempre se intenta ir un paso más allá para atraer a la audiencia.
Esto, de hecho, puede tener una consecuencia muy negativa, como nos señala Héctor Jérez: «El punto negativo es cierta banalización de la política. En estos programas todo se circunscribe a ser gracioso por encima de las medidas concretas que se aplican a la población. Del mismo modo, demasiada exposición pública en este tipo de formatos puede vaciar de contenido propuestas de rigor, porque, entre chiste y chiste, luego es complicado que te tomen en serio. Si hablo de luchar contra la lacra del paro mientras bailo salsa, puede que mi mensaje se pierda entre tanto ritmo.»
Y es que hay temas y problemas que marcan el día a día de una sociedad y su futuro. Ver que un político es divertido puede estar muy bien, pero que su discurso resulte veraz, concreto y honesto, lo es mucho más.
Una tendencia en ascenso
Hay un precedente clave para este asunto y es el boom de las tertulias políticas. ‘La Noria’, ‘La Sexta Noche‘, ‘Al rojo vivo’, ‘La mañanas de Cuatro’, la crisis hizo que los ciudadanos nos volviéramos más conscientes de ciertos problemas y la televisión, como siempre hace cuando detecta un interés, se volcó con una temática que cada vez tenía más audiencia y repercusión. En las sillas de esas tertulias, comenzaron a sentarse políticos que se fueron haciendo más conocidos para los ciudadanos, quienes, al margen de las clásicas noticias políticas de los informativos, empezaban a disfrutar de un lenguaje más directo y combativo.
Los políticos se convertían en un producto, sabían sacar partido de los mass media, mientras que los mass media aprovechaban el tirón de este tipo de invitados. Cuando hablamos de la pequeña pantalla, las cifras de audiencia son una dato objetivo al que resulta imposible resistirse. El pasado 3 de noviembre, la visita de Pablo Iglesias a ‘El Hormiguero’, en la que cantó y tocó la guitarra, dio al programa presentado por Pablo Motos un récord de audiencia que le situó en el 21,7% del share.
Y es que el programa de Antena 3 se ha convertido en un escaparate fantástico. Su tono humorístico pero sin abandonar nunca un corte blanco y familiar les supone un escenario ideal en el que mostrarse simpático sin tener que verse en aprietos. Pedro Sánchez, Albert Rivera, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, José Bono, Miguel Arias Cañete… son algunos de los nombres que han pasado un rato con las hormigas. El último del que se está hablando últimamente es, por supuesto, Mariano Rajoy. ¿Por qué? Pues porque, por ejemplo, la visita de Soraya Sáenz de Santamaría el pasado 6 de octubre consiguió a más de tres millones de espectadores, mientras que la última entrevista de Rajoy con Gloria Lomana en el mismo canal y de fecha de 1 de octubre, no alcanzó los dos millones de televidentes. No sabemos si el Presidente acudirá finalmente al espacio, aunque ya os contamos cómo participó, con un cameo, en la serie ‘Jacinto Durante, representante’.
Pero ‘El Hormiguero’ no es el único programa al que acudir. Los más lanzados se pueden atrever con ‘Planeta Calleja’, un espacio para la aventura en el que el desafío personal y de superación también puede ofrecer una vertiente muy positiva para los futuros votantes. Pedro Sánchez estuvo en el Peñón de Ifach, y mucho se ha hablado estos días del accidente que sufrió Albert Rivera, con vueltas de campana incluidas, emitido el pasado domingo. Evidentemente, también estamos seguros de que conseguirá buenas audiencias la próxima aparición de Soraya Sáenz de Santamaría.
¿Cuál es el límite para nuestros políticos? Las apariciones televisivas se suceden sin parar y forman parte de un nuevo periodismo que trata de acercarse al personaje. Pedro Sánchez marcó también un hito cuando llamó a ‘Sálvame‘; Miguel Ángel Revilla tuvo su propio programa con ‘Este país merece la pena‘ y durante octubre, lo más visto del mes fue el ‘Salvados’ que protagonizaron Pablo Iglesias y Albert Rivera.
Aun así, que los políticos nos muestren su lado más personal en televisión, pronto puede dejar de ser noticia. Nos quedamos con la reflexión que nos ofrece Juan Fernández: «Todo evoluciona. Dentro de la política, un sector fundamental son las estadísticas, los estudios demoscópicos y el estudio de tendencias. Conforme la propia sociedad se desarrolle y existan nuevas formas de llegar a un mayor número de ciudadanos y con una mayor eficiencia, las estrategias de comunicación no tendrán más remedio que adaptarse a estos nuevos tiempos«. Así pues, no podemos dejar de preguntarnos, ¿qué será lo próximo?