Una de las series que estamos siguiendo con mayor interés en esta temporada otoñal es ‘Carlos, Rey Emperador‘, una ficción que la productora Diagonal TV ha preparado para el ente público: TVE. La repercusión que marcó una ficción como ‘Isabel’ animó a los responsables del canal a contar con una nueva producción que diera un salto en el tiempo para hablarnos de cómo fue el reinado del nieto de los Reyes Católicos.
Estamos ante una nueva ficción histórica, pero, ¿es ésta rigurosa en la manera de contar los hechos? ¿Hay concordancia con cómo sucedió todo realmente? ¿Qué peajes tiene que pagar una trama histórica para ser adaptada a un formato de entretenimiento? Hoy hablamos con dos historiadores que nos aclaran éstas y otras muchas dudas.
La moda de las series de época
Sin duda, tanto en nuestro país como a nivel internacional, una de las tendencias televisivas en boga son las series históricas. En España, cada sobremesa está compuesta por ficciones como ‘Seis hermanas‘, ‘Amar es para siempre’ o ‘El secreto de Puente Viejo‘, producciones de época que consiguen fidelizar a millones de espectadores. Compiten entre sí y suman buenos ratings gracias a su trabajo de ambientación y a cierta idealización en sus tramas.
En el prime time, ese horario estelar que nos lleva de cabeza, producciones como ‘Hispania’ o ‘Isabel‘ consiguieron enganchar a la audiencia. Si nos preguntamos por qué vivimos este momento, nos podemos encontrar con la respuesta del historiador Fernando Díaz, que apunta que «el actual auge de las ficciones históricas puede deberse a la llamada “Edad de Oro de las series”: no sé si es por mayor talento, mayor inversión o una mezcla de ambas, pero productoras y televisiones han apostado por una mayor calidad, con mayor o menor éxito«.
Así, nos encontramos con un hecho que ya hemos comentado en otras ocasiones, la necesidad de la ficción nacional por apostar por temas distintos que salgan del género dramedia que triunfaba en los 90. Este impulso busca llamar la atención con historias que no se hayan visto antes en la pequeña pantalla. Las dos tendencias mayoritarias son, en este sentido: el thriller y la ficción histórica, pues, a parte, se considera esta última como una opción en la que la calidad está garantizada.
‘Carlos, Rey Emperador’, ¿fiel a la historia?
‘Carlos, Rey Emperador‘ cumple con este cometido. Desde el momento en que anunció su puesta en marcha, TVE vendió el producto como una ficción enormemente trabajada a nivel de guión, con un esmerado proceso de documentación que nos presentaría una historia real con la que podríamos aprender los pasos que siguió el reinado de Carlos. La construcción de la historia resulta tan bien hilada a nivel argumental, con una sucesión de causa/efecto tan precisa, una pluralidad de personajes, una aproximación global a toda la política europea, que podemos llegar a pensar que todo lo que se cuenta tiene un perfecto rigor histórico. Y eso, cuando hablamos de ficción para televisión, nunca es del todo posible.
Según el historiador Javier Solís, la serie ‘Carlos, Rey Emperador’ «mantiene cierta fidelidad, aunque se toman sus licencias, hacen sobre todo mucho caso a rumores y cierto imaginario colectivo que se ha instalado en relación al emperador. Su entrada en el reino también está algo adornada y quizás más simplificada de lo que realmente fue. Primero porque no hablaba español de manera fluida, de hecho pese a ser educado por Luis Cabeza fuera de España tardó tiempo en hacerlo, segundo por los grandes choques culturales que tuvo, al estar educado fuera el ritmo de vida resultaba complicado. Pero en la serie lo han llevado más o menos bien, mostrando los conflictos entre castellanos y flamencos, las luchas de poder, las dificultades que se encontró al llegar. Es asumible cierto idealismo.»
El trabajo de adaptar hechos históricos a una ficción que se emite en televisión supone un complicado reto. Hay que trabajar los acontecimientos para que concuerden con la estructura general de un capítulo, con su detonante, sus giros y su clímax; hay que conseguir un tono que haga que cualquier espectador pueda entender los momentos que se están explicando, pero, a la vez, para que la parte divulgativa funcione correctamente, las licencias históricas tienen que ser las mínimas posibles; es necesario ajustar el guión y la historia al presupuesto, lo que obliga a no poder contar con todos los escenarios y personajes que quisiéramos; y, entre otras muchas cosas, hay que humanizar a nuestro protagonista. Es necesario conseguir que la dura figura histórica se rinda a las emociones y sensaciones del siglo XXI que harán que la audiencia pueda empatizar con él.
El equilibrio imperfecto
Para conseguir un producto lo más redondo posible, es necesario que el trabajo de asesores históricos y guionistas esté equilibrado. Fernando Díaz nos explica: «Si hay mayor exigencia, como audiencias de una cadena privada e ingresos publicitarios que cubran un gran desembolso, es obvio que el asesor histórico tendrá más complicado imponer sus ideas, ya que lo importante es sacarle rendimiento a la inversión. En series con una menor presión inmediata, puede haber una mayor colaboración, siempre que el asesor entienda a qué audiencia se está dirigiendo el producto final.»
Mónica Calderón es la asesora histórica de la serie ‘Carlos, Rey Emperador’. Ella ha asumido la difícil tarea de una producción que no sólo nos está trayendo a una figura como Carlos, poco conocida por el gran público; sino que la serie está trabajada en un marco histórico real y amplio. Para que podamos entender cómo fue la vida de Carlos, no sólo nos podemos quedar con lo que sucedía en Castilla, sino que necesitamos conocer al resto de coronas europeas. Por ello, la trama se reparte entre varias localizaciones, lo que hace aún más complejo su coordinación y su rodaje: Flandes, Inglaterra, Roma, Portugal, Francia y Las Indias, representadas en la figura de Hernán Cortés. Así, toda la amalgama de espacios ofrece un recorrido histórico más complejo y completo, en el que los diferentes intereses en juego son representados.
El interés por promocionar la faceta divulgativa de esta serie por parte de TVE salta al universo transmedia con otros productos relacionados con ‘Carlos, Rey Emperador’. La página web del grupo se ha convertido en el marco que acoge una gran diversidad de herramientas para aproximarnos mejor a la época. Tenemos los podcast ‘Carlos de Gante’, una ficción sonora que, en cinco capítulos, repasa la infancia de quien después sería Rey; pero también contamos con un juego oficial, para adentrarse en los 40 años del reinado a través de cuatro etapas diferentes, y más de 20 misiones, una forma diferente de llegar al público (en especial, al más joven); y, por supuesto, está el espacio ‘El mundo de Carlos‘, que se emite tras la cada capítulo y que complementa lo que se cuenta en la serie, con referencias a los hechos históricos y las vidas de los personajes.
Ejemplos internacionales
Cuando hablamos de una de las virtudes que las ficciones históricas pueden presentar, siempre nos detenemos en la faceta divulgativa de las mismas. Pero, realmente, existen muchas series que se sitúan en el pasado, que incluso hacen referencia a personajes reales pero que no tienen ese interés por aportar luz histórica, sino que buscan la potencia que el argumento puede dar para nutrir una serie que resulte emocionante y atractiva. Una producción como ‘Spartacus’ alimentaba su componente épico por encima de cualquier ambición documental. En nuestro país, famoso fue el caso de ‘Toledo, cruce de destinos‘, en el que incluso se cambió el orden de nacimiento de los hijos del Alfonso X.
A nivel internacional, muchas son las series de época que abundan en las parrillas de medio mundo. Y tenemos buenos ejemplos de producciones que sí se esmeran en cuidar sus referencias históricas. Para muchos, ‘Vikings‘, precisamente, del canal Historia, es una gran ficción que, al margen de giros argumentales, saber adentrarse también en detalles sobre cómo era la vida de los vikingos y contarnos acerca de sus tradiciones y ritos. Sin duda, otra producción que ha sido alabada por su verismo y por el respeto empleado para trasladar a la pequeña pantalla los sucesos acontecidos en el libro que escribió Stephen Ambrose, es la imprescindible ‘Hermanos de sangre‘.
Sobre series históricas que podrían estar en la nómina de las producciones de calidad, Javier Solís destaca: « Roma’ quizás sea la serie que mejor ha sabido combinar entretenimiento y rigor histórico en los últimos años, aunque también se toma sus licencias, por supuesto. También es interesante ‘Los hijos del III Reich’, desde una perspectiva alemana donde se retrata la guerra como realmente es, además de basarse en hechos reales de individuos que no han trascendido para la historia a gran escala, pero que la conforman también. Otra serie con una gran calidad, quizás no muy conocida para el gran público es la danesa ‘1864‘, basada en la guerra de los Ducados, entre Dinamarca y Prusia, con gran rigor histórico.»
En definitiva, parece claro que las series históricas pueden ser una buena manera de asomarse a pasajes reales por los que sentimos curiosidad, pero nunca podemos olvidar que son ficciones, y como tales, se toman ciertas libertades, precisamente, para conquistar a los espectadores.