Hace unas semanas The Hollywood Reporter sometió al mundillo cinéfilo y televisivo de Hollywood a una dura prueba: elegir, con el corazón en la mano, sus series favoritas de toda la historia por siempre jamás. Y de las respuestas de estos 2.800 encuestados surgió una lista de 100 series, las mejores ever, se entiende. Y reinando la lista, venciendo incluso a ‘Los Soprano’, ‘The Wire’ o ‘Juego de Tronos’ (esa Santísima Trinidad de la ficción) una indiscutible ganadora, la sitcom de nuestros ojos: ‘Friends’.
Aunque su planteamiento es simple, nadie ha podido volver a ser ella. Aunque lo deseen con todas sus fuerzas. Es un misterio cómo una misma fórmula puede dar tan grandes resultados y en otros casos no aportar nada. ‘Friends’ sentó las bases de la nueva sitcom de los 90 y supo mantener su esencia durante diez temporadas, sin que la calidad se resintiera: los fans no sólo la veían por fidelidad, es que nunca decepcionó. Pocas series pueden presumir de haber durado tanto, sin que le hayan sobrado un par de temporadas. Todo lo que después trajera consigo el género sufría la inevitable comparación con ella.
Será por versiones…
Y más cuando intentan copypastearla, directamente. ‘Friends’ tiene algunas «curiosas» versiones internacionales (no oficiales) como la iraní ‘Eshgh Tatil Nist’, de la que no entendemos una sola palabra, aunque su intención la dejan clara hasta con la música. Todo quiere recordar a…, pero apenas sí lo consiguen con el decorado. E incluso éste está confusamente mezclado, todo como dejado caer. Se reconocen cosas, un aire familiar, pero nada de eso es ‘Friends’. Como el intento chino de llegar a emularles con esta ‘Planet Homebuddies’. Hasta ‘Los Simpson’ se los imaginaron en versión japonesa (y amarilla, claro) en un gran ejemplo de metatelevisión (14×03, Bart contra Lisa contra tercero de primaria)
Es lo que tiene adaptar una serie a tu idiosincrasia, religión, sociedad, costumbres o forma de hacer televisión. El producto final es una nueva serie, una nueva lectura de las mismas tramas. Y eso nos plantea un reto. Si los iraníes hicieron esto, ¿cómo sería ‘Friends’ en versión española? ¿Quiénes podrían ser los alter ego españoles de Rachel, Monica, Joey, Phoebe, Chandler y Ross? ¿Y en qué trabarían? ¿Habría futuro en el mundo de la actuación para el Joey español? ¿Qué actores provocarían ese «Wow! Ohh! Uhhh!» al aparecer en pantalla haciendo un cameo? ¿Beberían sólo café? ¿Sus vidas serían tan divertidas?
Imaginemos: Madrid, 2010… Un bar cualquiera. Pongamos, La Tertulia. Probablememente, apostada en la barra (¿cuántos bares conocéis que tengan sofá y, en tal caso, que esté siempre disponible para el mismo grupo?) una pandilla de veinteañeros pasa el tiempo tomando cañas y discutiendo de fútbol o de cualquier tema random. Nuestros Friends son unos afortunados comparados con el resto de la juventud española, porque a su escasa edad ya tienen trabajo y se han independizado.
Pero ya que trasladamos la trama, lo hacemos tal cual. Amigos solteros, guapos e independientes, con pisos de IKEA. Lo de el alquiler de renta antigua es ya un mito. ¿Qué caras les pondríais? ¿Qué actor podría alcanzar la vis cómica de Chandler? ¿Quién sería capaz de ser tan pintoresca como Phoebe?
Rachel
Aunque empezó de camarera en el Central Perk, su pasión siempre fue la moda. La trapitos de la serie (su estilismo puede que sea el que mejor haya soportado el paso del tiempo) consiguió hacer de su sentido de la moda su profesión, desde Bloomingdale’s hasta las oficinas de Ralph Lauren. Si Rachel hubiera seguido la misma trayectoria aquí, habría empezado por ser dependienta de Zara o de Mango (cualquiera del grupo Inditex). Puede que empezara sólo doblando jerseys en el almacén, hasta hacerse un hueco en ventas entre compañeras envidiosas.
El gran salto llegaría cuando consiguiera un gran puesto como ejecutiva en Adolfo Domínguez, que es un diseñador muy de su estilo. Y, por supuesto, la productora tendría que ingeniárselas para conseguirle como secundario, igual que hicieran en USA con el mismísimo Sr. Lauren (al que, sorprendéntemente, vendían como sex symbol). Jennifer Aniston sin duda lo era. Se peinara como se peinara, creaba estilo (literal, puedes pedir que te hagan «un Rachel» en la pelu), estaba mona se pusiera lo que se pusiera y aunque empezó siendo una niñata, maduró y nos convenció de que era mucho más que un personaje arquetípico.
Pensando en nuestra Rachel nos vienen varias actrices a la cabeza que dan el clavo en cuanto al físico: Leticia Dolera, Michelle Jenner, Patricia Montero, Amaia Salamanca o Ingrid García Jonsson. Cualquiera de ellas sería una convincente Rachel. Otra cosa es llegar al talento de Aniston: si la véis en versión original, descubriréis que era mejor actriz de lo que parecía, pese al gran doblaje.
Monica
Como el resto del grupo (y esa era una de las lecciones vitales de la serie), Monica no lo tuvo fácil en sus comienzos. Antes de llegar a los fogones pasó por la barra y la bandeja, incluso por tener que servir mesas sobre patines y con peluca en un café temático. Pero (otra lecció) persiguió su sueño de cocinar para alguien más que Joey: montó una empresa de catering con Phoebe (aunque les duró un par de capítulos) y acabó conquistando el puesto de chef (poco respetada, eso sí) en un restaurante bastante pro.
Monica tendría una nueva obsesión en esta versión y no es la limpieza. Teniendo en cuenta la fiebre por los programas de cocina que vivimos hace años y su gusto por juzgar/criticar/examinar/ordenar, Monica no querría ser otra cosa que jurado de Masterchef, Top Chef o cualquier talent-show random que se inventaran para la ocasión. Su esfuerzo por conseguirlo compitiendo en todo tipo de castings podría ser la motivación principal de su alter ego española. Mientras, va escalando en la hostelería: desde cajera del Burger King hasta chef en un restaurante de 100 € el cubierto deconstruyendo cosas y cocinando con nitrógeno. Puede que se montara una food truck con Phoebe y que duraran dos capítulos (como parece que va a durar esa moda aquí).
Mandona, obsesiva, dominante pero a la vez la mejor amiga que puedes tener. Su carácter requiere una actriz con nervio, capaz de transmitir toda esa energía del personaje. Las cuatro candidatas españolas han demostrado actitudes de Mónica en diferentes papeles de su vida y guardan cierto parecido físico. De hecho, la Mónica pefecta sería una mezcla de las cuatro: la cara de Ana de Armas, el pelo de Macarena Gómez (y su mala leche en ‘La que se avecina’,) y el carácter de Clara Lago en Ocho apellidos vascos o de Blanca Suárez en Perdiendo el norte.
Joey
Como eterno aspirante a actor la versión española de Joey lo tendría aún peor. Y eso que el original aceptó todo tipo de trabajos para poder pagarse el alquiler. Hasta anunciar pintalabios para hombres en la televisión japonesa o interpretar a Freud en un musical con ovnis. Pero Madrid no es Nueva York, ni hay tantas audiencias, teatros o canales de televisión. Su curriculum sería aún más bizarro y diverso: mago en fiestas de cumpleaños, mascota en el Parque Warner, estatua humana en el Retiro, eterno aspirante a ‘Gran Hermano’, actor amateur con obras infumables en las salas off de la capital y camarero esporádico de La Tertulia.
Pero después de muchos años -y una enorme deuda contraída con Chandler- «Jose» por fin consigue un papel en ‘Los Amores Revueltos’, un culebrón de Nova con el que daría el salto a sus primeras malas películas y acariciaría el sueño de acabar en Hollywood. ¿Y si hiciera el camino a la inversa y se fuera a Los Angeles a convertirse en el nuevo Antonio Banderas? Al menos tendría un mejor final: mientras los demás se emparejaban o tenían hijos, a Joey lo dejaron tan descarriado como siempre. Y se esforzaron en dejarnos claro que nunca conseguiría un Oscar.
Joey parece un personaje plano y simple. Pero no es fácil ser un tonto convincente y además gracioso. Hay una delgada línea entre el personaje bobalicón que hace gracia e incluso enternece y el que provoca rechazo. Necesitamos actores de la talla de Adrián Lastra y ese toque que le dio a su personaje en Primos. Además canta y baila, algo que le vendría muy bien a Joey en sus audiencias. Yon González también ha demostrado dar bien en los papeles cómicos igual que Mikel Esparbé. Pero si lo que queremos es alguien que simplemente ejerza de guapo del grupo, le podemos dar el papel a Jesús Castro. O a Miguel Ángel Silvestre, que así comiendo spaguettis es un Joey más que creíble.
Phoebe
Es el mayor reto de la serie: el personaje más complejo, la que nunca deja de sorprendernos. La actriz que la interpretase debería ser capaz de entender ese particular universo en el que vive Phoebe. Puede ser entrañable pero también una tipa dura. Pese a ser bastante excéntrica -desde su forma de correr o de cantar, somo si atropellaran a su Smelly Cat, o de pensar, siempre diferente- es una persona «sensata» que hace locuras con cierto sentido.
En ‘Amigos’ Phoebe -sin traducción correría el peligro de acabar en Pili- entra en el grupo por Joey. Se conocieron en El Retiro. Ella, eterna parada, buscando una clase de yoga al aire libre a la que acoplarse sin pagar. Él, todo plateado, haciendo una pésima actuación de estatua con temblores. Básicamente, se dedicaría a hacer cursos del INEM, a aporrear la guitarra en el metro y a quejarse por los curriculums que envía cada día sin ningún éxito. Viviría de trabajos esporádicos y contratos de dos horas. Es lo que tienen las versiones: se han de adaptar a la realidad social particular.
Para elegir a la Phoebe perfecta se necesita una actriz que haya demostrado su talento para la excentricidad. Por ejemplo, Silvia Abascal encajaría perfectamente: ¿recordáis a Clarita, de ‘Pepa y Pepe’? Pues en versión naif. También vendría muy bien la frescura de Patricia Conde a la que además le encanta hacer la payasa o la versatilidad de Natalia Tena, tan pronto salvaje en ‘Juego de Tronos’ como prota de una tierna historia de amor (10.000 km.) Y Lucía Jiménez demostró en ‘Al Salir de Clase’ que sabía tocar la guitarra. Y no digáis que ese aire hippie no es perfecto para meterse en la piel de Phoebe.
Chandler
¿Sabéis en qué trabajaba Chandler? No, nadie lo sabía. Ni siquiera Rachel y Monica, cuando se jugaban el piso en aquel mítico episodio (4×12, El de los embriones) pudieron contestar a esa pregunta. Y no es que Chandler nunca lo contara. Es que por mucho que lo repitiera nadie sabía muy bien qué quería decir «ejecutivo especializado en el análisis estadístico y reconfiguración de datos». Puestos a vender humo, en esta versión actualizada lo vemos más como un Community Manager, Content Curator, SEO Analyst o cualquier puesto que incluya términos en inglés que seguramente tengan traducción pero quedaría menos moderno.
Pero lo más importante de Chandler es su carácter. Ese particular sentido del humor -él siempre lo intenta- es su carta de presentación y su forma de relacionarse con los seres humanos. De lo contrario tendría Síndrome de Asperger. Más que el aspecto físico -que también- un actor es un potencial Chandler cuando consigue que su sola presencia sea cómica y domina el arte de la mueca, sin llegar a sobreactuar.
Por eso, para que el personaje funcionara la ‘Friends’ española debería tirar de actores con caras más bien chistosas y a los que el público tenga ya interiorizados como (más o menos) graciosos: Dani Rovira, Dani Mateo, Joaquín Reyes o Julián López cumplen todos los requisitos y además tienen experiencia como monologuistas. ¿Y qué es Chandler si no un monologuista frustrado con la enorme tarea de ser siempre sarcástico?
Ross
Más conocido como Profesor Geller durante los últimos años, el hermano de Monica desempeña de alguna forma el rol de «padre». Es el mayor, lo ha vivido todo antes que ellos (es el primero en casarse, divorciarse y tener un hijo), es extremadamente legal y responsable, nunca se desmelena y le gusta llevar una vida ordenada. Nunca le consideraron divertido en el grupo; por todas estas razones y por su afición a hablar de fósiles y dinosaurios.
Sin embargo, ha aportado momentos grandiosos en la serie: el «Unagui», los pantalones de cuero sudados, el megafail del autobronceado, su etapa de teclista o su relación pasivo-agresiva con el matrimonio. Este otro Ross está tan perdido como él con las mujeres, pero además le ha tocado vivir la era del ligue online. Es usuario de Tinder y no le va nada bien. Se empeña en encontrar el amor entre barrido y barrido y es demasiado sensible para el sexting y otras prácticas. Pero su vida cambia después del 15M. Conoce a una chica en la acampada y acaba absorbido por el movimiento. Probablemente milita en Podemos, donde abundan los profesores metidos a políticos.
Ross sólo puede ser interpretado por un actor algo más maduro, que sea atractivo, pero no demasiado. Que ésa no sea su baza -como en el caso de Joey- sino que, más bien, inspire cierta ternura (un poco patética también). El tipo de chico que nunca fue popular en el colegio y que, como el vino, necesitaba madurar sus virtudes. Tenemos grandes ejemplos de ello entre los actores más maduros del cine y la tele patrios: como el chico de moda, Quim Gutiérrez o uno ya más que consolidado, Alberto San Juán, pasando por rostros más frescos como David Verdaguer (ex reportero/cómico en ‘Crackòvia’ de TV3) u otros con mucho bagaje en televisión (y en papeles trágico-cómicos) como Diego Martín.
Estrellas invitadas: los cameos
En la versión original han participado una muestra bastante representativa del nuevo Star System de Hollywood: Julia Roberts, Robin Williams, Bruce -soy un tío chachi- Willis, Billy Cristal, Sean Penn, Ben Stiller, Winona Rider… Algunos, además, sorprendiendo con nuevos registros y sobre todo tomándoselo con humor: Kathleen Turner en el papel de padre drag queen de Chandler, Danny de Vitto, actuando de striper low cost en la despedida de soltera de Phoebe, Susan Sarandon, de actriz sobreactuada dando lecciones a Joey… La lista es larga, pero seguramente el más recordado sea Brad Pitt. Quizás porque fueron tan cachondos de invitarle cuando aún era el marido de Aniston y hacer que su personaje odiara profundamente a Rachel. Literalmente: era el fundador del club «Odio a Rachel».
Aquí no tenemos a Brad Pitt pero sí tiraríamos de lo más granado de nuestro cine, bien por una cuestión de premios y veteranía, bien por su elegante presencia: Carmen Maura, Maribel Verdú, Paz Vega, Luis Tosar, José Coronado, Eduardo Noriega, Jorge Sanz, Candela Peña, Gabino Diego… La lista también podría ser kilométrica y tener sus propios VIPS, como Javier Bardem y Penélope Cruz, que serían tratados como nuestros Brad y Jennifer. Y seguro que Antonio Banderas se prestaría. El colofón final: Santiago Segura aparece as himself y le da un papel a Joey en Torrente 10.